No hay realidad si no hay evidencias que lo demuestren. Eso es por lo menos lo que yo entiendo en un mundo cada vez más complejo y transformativo. Mi mundo, este que actualmente estoy viviendo, me pone a prueba cada día, con el objetivo de examinar mi capacidad de aguante; mi forma de pensar y de actuar ante las dificultades que el propio sistema me impone; obligándome a reciclarme para poder estar actualizado con las nuevas formas de vivir en una sociedad conectada a la revolución de Internet. Pese a todo ello, mi forma de pensar me delata que deseo vivir y disfrutar de las bellezas que la vida nos ofrece. Asumo, que todo momento o cada etapa de la vida tiene sus respectivos cambios con sus momentos buenos y malos. Así mismo, nuestra lucha no es solo contra nosotros mismo. También, contra los fenómenos naturales que la naturaleza nos sorprende en determinados momentos, causando muertes y destrozos a través de volcanes; tsunamis, maremotos y huracanes. Contra eso nada podemos hacer. Sin embargo, la voluntad del ser humano es sorprendente, sobreponiéndose en esfuerzo y voluntad en una nueva reconstrucción.
Por otro lado, los enemigos son muchos y variados. Por poner un ejemplo, Internet para muchas cosas es beneficioso, pero para otras, no. Los algoritmos, esos robots denominados como inteligentes, se convierten en vigilantes de las redes sociales y a la vez en ´jueces´ de aquellas personas que escriben en medios de comunicación digitales y en redes sociales; motivando sancionar todo aquello que esos algoritmos consideren que no se ajusta a lo establecido dentro de lo exigido de las normas de programación. Muchos nos preguntamos hasta donde se nos permite la libertad de expresión o la libertad de escribir sin insultar a nadie; sin plagiar otros artículos que no motiven ser sancionados por esos algoritmos; salvo que yo este viviendo dentro de un sistema dictatorial llamado democracia y no me haya dado cuenta. También puede ser que el gallego y viejo dictador, Francisco Franco Bahamonte, haya resucitado entre los muertos y yo no me haya enterado. Bien, creo entender que en muchas ocasiones vivimos en una democracia maquillada disfrazada, pero siempre sujeta y controlada por los poderes fácticos. Por lo tanto, seguimos siendo rehenes de la revolución de Internet, donde somos observados y castigados por un periodo de tiempo para poder ejercer nuevamente recuperar el derecho democrático de escribir, y, expresar libremente lo que pensamos. Por todo ello, y concluyo mi artículo, si la Constitución Española pudiera hablar seguramente exigiría otro referéndum abierto y pluralista.
Rafael Lutzardo. Periodista y escritor.