Santa Cruz de Tenerife.- Será porque hay minerales -que necesita la industria norteamerica- entre Canarias y Marruecos o será que EE.UU. necesita vender más armas militares para crecer económicamente y, para ello, nada mejor que calentar el ambiente con un posible nuevo conflicto diplomático para, así, hacer mejores clientes. Quizá este ultraderechista supremacista olvida que está inflamando las relaciones entre un país democrático y otro que no lo es, un cliente suyo que deja mucho que desear con respecto de las libertades y los Derechos Humanos.
Lo curioso es que Marruecos no es nada sin Europa. Todo lo que produce se lo compramos, vive de la Unión Europea, y España, encima, es su mayor inversor. Un país con un rey, el marroquí, con una fortuna personal que, dicen, es inmensa, escandalosa en comparación con el nivel de vida de sus súbditos, que compra cazas de combate y armas a EE.UU. que cuestan un pico y que obliga a España a regalarle coches patrulla para vigilar sus costas, para controlar su migración ilegal, que maneja a su antojo como arma de presión y sometimiento de España y, por ende, de la UE. ¿No sería bueno hacerle ver a este señor que si cerramos las puertas de toda la UE a sus importaciones su amado pueblo no solo lo pasaría mal -aún peor si cabe-, sino que a él también le podrá ir aún peor? Decimos hacerle ver, que nadie se alarme. Ya sabemos que el poder económico también manda sobre el político en España y Europa.
Quizá también habría que tener en cuenta que en esta jugada está detrás, también, el Reino Unido -Boris Johnson es el fiel escudero de Donald Trump-, incluso se estima que ya tienen cerrado cómo comerciar con Marruecos cuando estén fuera de la UE, sobre todo con productos del sector primario: agricultura, pesca y ganadería -vitales para el UK- y, así, los puertos de Felixstowe, Southampton, Londres, Immingham, Liverpool e, incluso, el de Gibraltar serán las futuras puertas de entrada de los productos africanos a Inglaterra.
Un Brexit duro dejaría a UK con importaciones vitales europeas mucho más caras que si son compradas en Marruecos, ya que sus tratados no tienen la rigidez arancelaria de la UE y sí el interés caprichoso de un monarca absolutista, como el marroquí. No es de extrañar que ante lo peor de los aranceles aduaneros europeos los británicos tengan, posiblemente, ya resuelto, con países terceros, las importaciones de fruta, verduras y hasta de materias primas. Ahora sólo queda por saber el interés de americanos y británicos en las reservas marinas atlánticas -al sur de Canarias- de metales raros ya que, claramente, las empresas que están interesadas en ellos son de estos países, porque son las que disponen de la tecnología necesaria para su obtención a precios económicamente razonables para su explotación.
Tenemos que tener claro que la fuerza y futuro de Canarias radica, fundamentalmente, en que somos miembros de la UE, por un lado, y, por otro, y no menos importante, que al señor Trump lo acaban de despedir.