Probablemente, solo eso. Estamos ante un hito para un lugar, diminuto y minúsculo ante la inmensidad de nuestro planeta, como es Tenerife. ¡Imaginemos! Los Lobatos, al micrófono; los Alonsos, Sainz, Hamiltones o Checos Pérez al volante…. ¿Seguro? Nunca vendrán. A no ser que el Cabildo de Tenerife se vuelva a gastar más de 600.000 euros en traerlos para que apenas pasen 48 horas en nuestro paraíso de los 5 Estrellas Gran Lujo. Esto huele ya a campaña electoral.
Podremos los modestos propietarios de un Ferrari, o de un Bugatti, o de un Lamborgini o demás utilitarios de los que solo disponemos en nuestra clase social -esa que define muy bien, por ejemplo, la presidenta de la Comunidad de Madrid como “media”-, disfrutar en nuestro propio terruño de lo que hasta ahora solo teníamos en lugares tan alejados como el Jarana, Jerez o Montmeló para así ennoblecer, con nuestros propósitos, el noble (real en España) deporte del automovilismo.
Espero ver sin duda a más de un destacado dirigente insular, así como a importantes dirigentes empresariales insulares, aportando su granito de arena participando con sus pecunios y sus modestos deportivos en el mantenimiento económico del maravilloso futuro circuito tinerfeño y, así, contribuir al mantenimiento de esta vital infraestructura para la clase media y para la economía insular y, por qué no, de la empresa concesionaria que lo explote.
Siguiendo la tónica general que el devenir del tiempo demostrará, en esta fabulosa instalación asfáltica sureña -que algunos ven imprescindible- podremos ver apenas algún que otro campeonato de carácter insular, regional o, en el mejor de los casos, nacional. Pero, y perdón por insistir, la clase “media” podrá circular por su pista a mucho más de los permitidos 120 kilómetros por hora, hecho que, por sí solo, parece argumento de sobra para justificar el gasto previsto de 50 millones de euros, más los 603.000 euros que ya ha costado la espectacular presentación de su puesta en marcha para todo bicho viviente.
Pero no hay mal que por bien no venga. A esta infraestructura automovilística se le podrá dar una doble y excepcional utilidad, siempre que se prolongue la recta de meta en algunos metros más, respecto a los proyectados. Seguro que D. Pedro Martín estará de acuerdo con este propósito, ya que con ese sencillo acto la Isla tendría su base para los hidroaviones que Tenerife precisa para la lucha contra los incendios forestales. Una propuesta que se formula desde el convencimiento de que el Cabildo de Tenerife acabará comprando tales aviones, por el bien de todos los chicharreros y para preservar uno de los mejores ecosistemas endémicos del planeta. Reformular este proyecto podría dotar a la Isla de la base operativa para hidroaviones, así como de helicópteros (incluidas en el proyecto, se supone, por ser un requisito para la convalidación que otorgaron al proyecto de Atogo la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), en diciembre de 2021, y la Federación Internacional de Motociclismo (FIM), en junio de 2021).
Si somos positivos, veremos el potencial inmejorable de este Circuito del Motor de Tenerife para la Isla desde esa doble vertiente: con la clase “media˝ disfrutando, previo pago, de este recinto con sus imponentes coches de lujo y de competición y con sus motos alucinantes, y como infraestructura esencial en la tarea de proteger y velar por nuestros montes con sus equipos de valientes medios de extinción aéreos, de bomberos forestales todos listos y preparados para luchar contra el malvado fuego que, generalmente, provocan nuestros energúmenos y habituales pirómanos por esos altos del norte de la Isla.
Un Circuito que se convierte en una gran oportunidad. No entiendo a los que se oponen a su construcción. ¡Viva el asfalto y el ladrillo! De esto los alcaldes del sur son Master del Universo, son de fiar.
Oscar Mojón, opinador sin acritud.