Es notorio, por lo vivido y visto hasta hoy, que en los cambios registrados en la política canaria que propiciaron las últimas elecciones predomina más el sectarismo y el revanchismo político que el deseo de nuestros actuales gobernantes por hacer una Canarias más justa e igualitaria para todos, al menos en Tenerife. Hay chicharreros que no van a ver ni un euro en inversiones del Cabildo de la isla por vivir en municipios donde el PSOE no gobierna. Parece que entre estos nuestros nuevos dirigentes está instaurado el revanchismo cronificado de la izquierda.
Hay que admitir que no tiene parangón la cantidad de “desgracias” que ha tenido que gestionar y superar Ángel Víctor Torres desde que preside su amada Canarias. Hasta hoy, no ha habido presidente que le supere en ello, pero, una cosa es lo que la naturaleza nos depare y otra, lo que se deba gestionar desde un gobierno autonómico para y por igual para todos y para cada uno de los habitantes de estas islas “afortunadas”. Canarios somos todos, incluso yo, que no nací aquí. Ya lo dice el dicho: un canario nace donde le da la gana. ¿O lo dijo un bilbaíno?
Desde que el PSOE gobierna con Ciudadanos y Unidas Podemos en su Cabildo, Tenerife es gestionada como si fuera un pueblo y no la Isla que es. Pueblo sin transcendencia o importancia capitalina, me refiero, y no solo capital de una Isla, sino de la cocapital de nuestro archipiélago, cocapital de una autonomía líder en el sector económico turístico nacional, del que dependen casi todos sus habitantes.
Lo peor, sobre todo, es que Tenerife adolece de un sistema eficaz en sus infraestructuras viarias, lo más básico para cualquier lugar sustentado por la “monoeconomía turística”. Pasan los años y los gobiernos y nada cambia para quienes viven en el norte de la Isla y trabajan en Santa Cruz, o para aquellos que tienen que emplear más tiempo en recorrer la autopista que para embarcar en un vuelo desde el Tenerife Norte, o para los que tienen su curro al sur de la Isla y se las ven y desean para llegar antes de las ocho de la mañana. El colapso de las autopistas sigue costando tiempo y dinero a trabajadores y empresarios.
Mientras, algún político sueña con un nuevo macropuerto con la excusa de mejorar el transporte marítimo entre Islas, pero el 75% de la nueva infraestructura diseñada en tiempo de los anteriores gestores insulares apesta a pelotazo urbanístico de libro. ¿Casualidad? No. ¿Dónde? En el sur de la Isla. Y no hablemos de lo que se mueve en el entorno de ese proyecto: unos cuantos miles de nuevas camas turísticas en proyectos a desarrollar en espacios naturales. Eso sí, no en Arico, porque ahí no gobierna el partido que ahora manda en la autonomía, el PSOE. La crisis del 2008, no nos valió por lo menos para crear un nuevo sistema productivo y diversificar la economía; pero todo sigue igual en 2022, sin cambio: más turismo y más ladrillo.
Nuestra esperanza es saber que la historia no la escriben los hombres, por mucho que se empeñe alguno, pero si la hacen todo se sabrá. El tiempo pone a cada uno en el lugar que se merece. Lo malo es que, con tal de forrarse, a algunos les importa muy poco dónde les coloque la historia.
Nuestra esperanza radica en esperar a que alguno sacie sus ganas de practicar el revanchismo cronificado. En ese momento, tal vez la isla de Tenerife empezará a crecer y a sus habitantes, canarios como los que más, empiece a sonreírle el porvenir.
¿Chicha, dónde naciste?