Aunque no tenías muchas fuerzas para levantarme y comenzar mi artículo de cada fin de semana, decidí poner ganas y fuerzas de voluntad para comenzar este nuevo artículo, sobre todo que días antes, concretamente el pasado día 10 del presente mes, tuve que ingresar nuevamente en el Hospital Universitario de Canarias. Lo que temía se hizo realidad, sobre todo basado en las experiencias que ya he tenido en el citado hospital, Ingresé por la mañana y me dieron el alta por la noche. Sinceramente, me deprime pisar la sala de urgencias del Hospital Universitario de Canarias; sufro mucho.
Son muchas horas acostado en una camilla; viendo cientos de pacientes aquejados de múltiples y diferentes patologías. Pacientes de todas las edades, donde algunos/as gritaban de dolor y desesperación, otros les daban por cantar, hablar y hablar solos. También, otro paciente atado a la camilla intentando librarse de las ataduras y gritando y requiriendo la presencia de su madre. De la misma manera, en esos pasillos de urgencias, muchas personas de avanzada edad, vomitaban, se orinaban y defecaban en las respectivas camillas. Mientras tanto, el personal sanitario no daba abasto atendiendo a los cientos de pacientes, que ya estaban ingresados como los que venían nuevos desde el exterior.
Así resultó ser un día largo y duro psicológicamente. El centro de urgencias es un lugar muy especial, donde parece que el personal sanitario ya esta mentalizado a los gritos y dolor de las personas. Trabajan 12 horas seguidas, no paran; el ruido es inmenso y constante; carros metálicos con materiales recorren los pasillos de lado a lado; camillas con pacientes atravesadas en los pasillos; gritos y más gritos de dolor y desesperación en un continuo devenir frenético de los sanitarios. La impotencia me embargaba, motivando ponerme muy nervioso y lleno de impotencia en el interior de mi cuerpo. Así, y durante muchas horas, se hizo de noche. Yo tenía puesto un suero en mi brazo izquierdo, tenía los labios secos, pues no había tomado agua desde el mismo día que ingresé por la mañana. Pasada la tarde del día 10 del presente mes, me atendió una doctora. Luego, analítica y radiografía a esperar otras largas horas, motivando que la noche hiciera presencia.
Por otro lado, la falta de personal y de camas, motiva que el Hospital Universitario se convierta en un centro tercermundista. Así lo han querido las clases políticas que han gobernado España, incluyendo las autonomías. De verdad, ojalá que tarde en volver a urgencias. Mejor dicho, que nunca más vuelva. Así, pues, agradeciendo al personal sanitario por su trabajo y dedicación profesional, pero sobre todo por trabajar esas 12 horas con las pocas herramientas sanitarias con las que cuenta.
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.