Restan dos meses para la llegada y celebración de otra nueva Navidad. Otro año que y comienza a dar los últimos coletazos del 2024. Muchos han sido, y siguen siendo, los duros y desagradables sucesos que se han dado en muchas partes del mundo. Sin duda, el mundo cambió con la Covid-19, pero creo que también cambió mucho antes con el derribo de las Torres Gemelas, orgullo del Estado americano. Los de mi generación hemos tenido que adaptarnos y asumir todos estos intercambios. Una transformación que ha tenido mucho que ver a la hora de familiarizarnos con tantos cambios. Del mismo modo, hemos tenido que reciclicarnos para poder entender los avances de las nuevas tecnologías. Nosotros, los de mi generación, nacimos con un zurrón bajo el brazo. Ellos, la nueva generación, han nacido con un ordenador en la cuna.
Por otro lado, nuevas vacunas ya están en el mercado farmacéutico; pero yo ya tengo las cosas muy claras con respecto a las vacunas. Por mi duro tratamiento que me estoy poniendo contra el cáncer, la inmunoterapia, no me pondré más vacunas. Cada uno es libre de aceptar o decidir lo que quiera. Recuerdo que antes de que saliera la pandemia yo estaba fuerte y lleno de vida. Más tarde, me puse cinco vacunas, con la sorpresa que meses más tarde me confirmaron un cáncer. No sé si fue una casualidad, pero de momento no volveré a vacunarme de nada.
Me gustaría terminar el año con salud y poder vivir y disfrutar de las cosas de la vida, de mi familia y amigos. También, que las guerras bélicas hagan un alto el fuego y que puedan dialogar con la esperanza de que concluyan todas ellas. Sé que es muy difícil que eso ocurra, pero no imposible. Así mismo, intentaré seguir cuidándome, con el objetivo de seguir viviendo más tiempo en este planeta tierra, aunque la muerte nos puede sorprender en cualquier etapa y edades de nuestras vidas.
Bien, esperemos que antes que finalice este 2024 se caracterice por un cierre de año más tranquilo, menos muertes, menos odios, rencores y venganza. Que las lluvias sean benignas y rieguen las tierras agrícolas y que las presas y galerías se llenen garantizando agua para el próximo año. Y que las castas en todas las sociedades del mundo no sigan diferenciándose tanto, especialmente en los derechos y obligaciones de las personas, aunque todas ellas están en una especie de cócteles y fanatismos religiosos.
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.