Estos días 6, 7 y 8 de noviembre debería haberse celebrado en Pinolere una nueva edición de la Feria de Artesanía fusionada con la del queso. Para ello, la organización había cumplido estrictamente con todas las medidas de seguridad, tanto para los expositores como para el público -se había establecido un aforo controlado- que seguramente hubiera acudido para apoyar a un sector que está herido de muerte.
Compartí con muchos de los artesanos y artesanas que iban a exponer su ilusión, su nerviosismo, sus ganas e incluso me enviaban fotos de la producción que estaban preparando para mostrarlas al público. No es extraño porque mantengo una estrecha relación con muchas personas del sector y, en muchos casos, también hemos cultivado una amistad sincera.
Pude vivir la ilusión de Jesús García, de todo el equipo de Pinolere que ha trabajado lo indecible para poder hacer realidad esta feria y apoyar al sector ahora más que nunca. Planes de seguridad, de limpieza, de medidas sanitarias y tantos otros requisitos que fueron cumpliendo a rajatabla. Pero nos quedamos sin feria: no pudo ser porque el semáforo de Tenerife está en rojo. Esa es la explicación sencilla, telegráfica y escueta: “Es que estamos en rojo”.
Cuando me llegó el mensaje de una artesana dándome la triste noticia, me encontraba en la cola de un supermercado. Y cuando digo en la cola es una expresión literal porque había mucha gente esperando para pagar. Un familiar mío estaba en una gran superficie mirando unos juguetes donde, al entrar, un vigilante observa si te pones el gel hidroalcohólico. Yo, ya más tarde, como es habitual, pasee por Candelaria, donde había bastante gente y ambiente en los bares de la Avenida Marítima, algo que, sin duda, es una buena noticia para esos negocios. Y eso me llevó a reflexionar y pensar que el sector artesano no transita por una gran avenida llena de semáforos que se ponen “en rojo”. Los artesanos están transitando ahora por unas carreteras llenas de curvas y despeñaderos por los que pueden caer en cualquier momento. De hecho, muchos han caído ya, lamentablemente.
Pinolere es un parque etnográfico al aire logre en el ámbito rural. Está al aire libre y pienso -a riesgo de que salgan a criticarme- que con los exhaustivos controles que se había establecido o incluso exigiendo algún requisito más, se podía haber hecho un esfuerzo por autorizarla.
Necesitamos ahora más que nunca que haya proactividad. Entiendo que no a todos los sectores se les puede medir con el mismo rasero porque los hundiríamos. La gente de la Asociación Cultural Pinolere está desolada porque trabajaron hasta la extenuación y hasta el último momento para sacar adelante este proyecto de años. Pero en esta ocasión, no corrió el agua y como dice una canción de Los Sabandeños: “¡Ay! cómo llora de sed”. Los dejaron solos.
Opino que el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias deben tomar el sector artesano como una fortaleza y una oportunidad para nuestras islas, apoyando a las asociaciones, velando por el cumplimiento de todas las normas, pero dándoles un trato específico a sectores que tienen muchas especificidades y que forman parte de nuestro patrimonio y de nuestra identidad.
Yo hubiese navegado en estas aguas tan extrañas junto a Pinolere que tenía un riguroso plan de seguridad en el recinto y en los alrededores junto al Ayuntamiento de la Orotava. Incluso, si hubiese hecho falta, el Cabildo de Tenerife tendría que haber colaborado realizando pruebas PCR a todos los artesanos y queseros que participaban en la feria. Y les hubiese formado rigurosamente en protección y seguridad frente al Covid-19 y hubiese colaborado repartiendo mascarillas cada cuatro horas a los artesanos. También le hubiese explicado al consejero de Sanidad, aunque lo sabe perfectamente, lo que significa nuestra artesanía para nuestro pueblo. Hubiese activado el “Semáforo color esperanza” para un sector tan golpeado.
Y mientras tanto, la vida sigue, la vida continúa. Creo que tenemos que ser inconformistas, luchadores, hacer que las cosas ocurran. No podemos anclarnos en la pasividad esperando que el semáforo cambie de color mientras languidecemos. Necesitamos personas que se involucren, que sean valientes, que sean activas y que expliquen la realidad a quien haga falta.
Quizá los artesanos deberían hablar con la gerencia de un centro comercial o de una gran superficie para hacer “La Feria”. Esto lo digo con total conocimiento de causa, ya que desde un parque comercial, han llamado a artesanos por si les interesa colocar un estand por un módico precio para Navidad. Parece un poco surrealista, pero es así.
La Feria de Artesanía y del Queso de Pinolere se pudo haber realizado cumpliendo con todas las medidas de seguridad y algunas más. Como el “Peñón Rock” en el Puerto de la Cruz o como actos en otros municipios que se han desarrollado y a los que apoyo rotundamente. Creo que comunicar la decisión de suspender la feria cuando los artesanos estaban montando sus puestos fue una auténtica falta de respeto. Y echo en falta que alguna autoridad insular haya intervenido para explicarle al consejero de Sanidad o, incluso al presidente del Gobierno de Canarias, que Pinolere cumplía con todo y hacerles entender que de no apoyar al sector, nuestra artesanía desaparecerá. “Convencer es vencer”.
Le pido al sector artesano, por el bien de esta isla, que sean inconformistas. No se conformen, exijan con respeto, pero exijan porque los que amamos este sector se lo agradeceremos. Los servidores públicos están para luchar codo a codo con los sectores hasta el último momento, hasta el último suspiro.
Gracias a la Asociación Cultural Pinolere por hacernos “Soñar lo imposible” hasta el último momento. Seguiremos soñando.
Efraín Medina Consejero de CC-PNC del Cabildo de Tenerife