El cambio de este fin de semana exige algunos ajustes que pueden pasar factura a las personas más sensibles, cuyo organismo en ocasiones necesita algún tiempo para adaptarse
Santa Cruz de Tenerife. Este fin de semana, una vez más toca cambiar la hora: en la madrugada de domingo 31 de marzo nos toca adelantar el reloj, perderemos una hora de sueño, pero esa tarde se alargará el tiempo de luz.
Una cuestión polémica
La Unión Europea quiere acabar con el cambio de hora dos veces al año. Aunque en su día el Parlamento Europeo fijó la supresión del cambio horario en 2021, ese momento debió posponerse por diversas y complicadas circunstancias… y así seguiremos, adelantando y atrasando el reloj, hasta el año 2026. Se han retrasado las cosas, pero la polémica sigue sobre la mesa: ¿qué horario elegir? Esa es la cuestión.
En España gusta más el horario de verano
España (salvo Canarias) está en el mismo huso horario de Francia y Alemania, una hora más que Portugal y Reino Unido. Es el Horario Central Europeo (CET) que equivale al Tiempo Universal Coordinado (UTC) más una hora, UTC +1. Pero en verano, con el cambio de hora, que en España empezó a aplicarse en 1974, el horario en vigor es el Horario Central Europeo de Verano (CEST), que equivale al Tiempo Universal Coordinado (UTC) más dos horas, UTC+2. Este cambio está regulado por la Directiva 2000/84
Según un barómetro del CIS de noviembre de 2018, la mayoría de los españoles quería suprimir el cambio de hora (62,5%) y la mayoría opta por quedarnos en el horario de verano (65,4%). En un sondeo realizado después por OCU a través de sus redes sociales los resultados aún eran más claros a favor del horario de verano, que es el favorito de más del 70% de los que respondieron. Sin embargo, en España, los expertos recomiendan el horario de invierno.
En 2019 se dió a conocer el dictamen de la comisión de personas expertas para el estudio de la reforma de la hora oficial. Ese informe propuso no realizar ningún cambio precipitado en los husos horarios hasta que no haya un consenso compartido y una difusión práctica a la ciudadanía de los riesgos y oportunidades que comporta. El cambio estacional de hora se mantendrá de momento hasta 2026.
¿Horario de verano o de invierno?
La decisión es difícil porque según la estación del año nos acoplamos mejor en un huso u otro y con unos países u otros: en primavera y otoño, por la orientación del eje de la tierra durante los equinoccios, encajamos con Portugal y Reino Unido (el meridiano de Greenwich pasa por Zaragoza), mientras que, en invierno, en España, amanece a la vez que en Francia y Alemania (aunque estemos más al oeste, ellos están más al norte y esas diferencias se compensan) y en verano anochece a un tiempo similar.
A favor del horario de invierno
- La hora de amanecer llega antes, y eso es importante en invierno, cuando el sol sale más tarde.
- La actividad diaria se desplaza más hacia la mañana.
- Se ajustan los horarios a la luz solar, con lo que se favorece la conciliación y se dispone de más horas de sueño.
A favor del horario de verano
- Las tardes se alargan, hay más «día»…
- En invierno también anochece más tarde, lo que da algo más de margen para hacer determinadas actividades, sobre todo al aire libre.
- Otras actividades comerciales y turísticas se ven favorecidas porque anochezca más tarde.
Cómo nos afecta el cambio de hora
En cualquier caso, dejando a un lado los criterios económicos, de sostenibilidad o de consumo energético con los que se justifica el adelanto o el atraso del reloj dos veces al año, en la madrugada del 30 a 31 de marzo, todos los europeos deberemos adelantar una hora nuestros relojes: a las 02:00 horas serán las 03:00 (en Canarias, a la 1:00 serán las 2:00). Lo cierto es que este cambio de hora puede suponer para nuestro organismo un ligero desajuste, que normalmente no tiene consecuencias para la salud. Ese desajuste entre nuestro ritmo biológico interno y la distinta exposición a la luz natural se resuelve espontáneamente.
Aun así, de manera transitoria, hay personas que pueden sufrir alteraciones del estado de ánimo. En algunos casos (quien sufra migrañas, por ejemplo) también sentirán cambios en la frecuencia e intensidad de los síntomas.