¡Qué fácil es cuando eres concejal y gobiernas! ¿Verdad? Sí, concejal. En Carnaval te tienes que disfrazar, comer, tomar copas y hasta la prensa te perseguirá porque tienes que salir en la tele y protagonizar minutos de radio, y te harán las fotos de rigor los “periodistas”, que te persiguen impasibles tras tu disfraz. En los locales de hostelería te invitan, sus encargados te pedirán fotos para compartirlas en sus redes sociales cual reclamo de clientela en las celebraciones “carnales”. Y tú lucirás tu sonrisa imperecedera e inmutable, impasible ante las cámaras y los micrófonos.
Los concursos de Carnaval son esos en los que tienen que participar los grupos si quieren la subvención, si no, ¿para qué salen? Claro, es que “¡la fiesta es del pueblo, que es el que la hace!”, dice el concejal. Eso sí, los premios los entrega el concejal, el “sustituto” (este año le tocaba, pero la cosa se torció); porque las reinas y los primeros son cosa del señor alcalde, como siempre. Las fotos oficiales, junto con las notas de prensa, les llegan a los medios que cubren los acontecimientos con “marca de agua” de una empresa privada, y eso que los vecinos pagamos nuestros impuestos.
Se acaba la fiesta, ya no se celebra la “Piñata Chica”, en el comité local de su partido creen que este año la celebración de don Carnal les ayudará a seguir en el puesto (como antaño). Vamos, que esperan seguir “cortando el bacalao”. Quizá. Nadie lo puede saber con certeza, aunque ellos siempre han creído que somos un pueblo de borregos. ¡Vaya usted a saber!
Pero eso no será todo. Aún nos queda la Semana Santa para que nuestros gobernantes sigan trabajándose el voto al más puro estilo populista: bocadillo de mortadela o de chorizo, baile tras baile y mucho fiestón. Claro que en Semana Santa lo que les queda es que nos “resuciten” de lo que sea, eso es lo de menos. Sin olvidar las fiestas de La Cruz, a días de pasar por las urnas. Todo vale ante el 28 de mayo.
Ese día hay mucho en juego, porque no todos ganamos más de 50.000 euros al año, ni los vamos a ganar, aunque ellos consideren que aun así están “mal pagados” (hay políticos que se atreve a asegurar que en la empresa privada le pagarían aún más). ¡Si yo pillara esa pasta, ay Dios! Tenemos un serio problema en nuestro sistema democrático: algunos han decidido vivir de sus cargos electos el resto de sus días, sí, y se quieren jubilar con el tope de la pensión. ¡Ni con 70 y pico años nos los quitamos de encima!
¡Que Dios nos coja confesados y que nos perdone nuestros pecados carnavaleros (por aquello de lo carnal)!
Oscar Mojón, opinador sin acritud.