La Palma, esa isla Bonita que está enclavada en el Archipiélago canario y que tanta belleza tiene y donde sus habitantes muestran una actitud humilde, dicharachera y amable con todas aquellas personas que llegan de fuera; atraviesa nuevamente por un grave problema suscitado por un voraz incendio que gracias a Dios ya ha sido controlado, pero no deja de ser triste y penoso para sus habitantes ver como más de 5.000 hectáreas han sido quemadas, aunque la parte positiva ha sido no haber víctima personales.
Primero el volcán y ahora el incendio. ¿Por qué el destino, la naturaleza o la mano del hombre siguen cebándose con la Isla Bonita? Nadie lo sabemos.
Una isla que emerge de todos sus encantos; con contraste y colores maravillosos, con bosques y senderos de cuentos de hadas y con unas costas mirando a un mar azul maravilloso. Quizás la naturaleza o a quien sea le embargue la envidia por ver una isla tranquila, verde y azul, donde la paz reina en cada rincón y en cada hogar palmero.
No importa, el pueblo palmero ya sabe lo que es sufrir y sacrificarse por su isla. La voluntad y el compromiso sobran en el sentir de los habitantes de la isla de La Palma. También es cierto, que las siete islas restantes se unen al dolor y solidaridad con la Isla Bonita. No dejaremos que nadie desgaste la moral de los palmeros; tampoco permitiremos que la naturaleza o la mano maliciosa de algún ser humano maltrate o asesine el entorno paisajístico de tan hermosa isla.
La isla de La Palma es un referente, única en el mundo, anclada en las raíces del Mar Atlántico, que junto con el resto de las islas que forman el Archipiélago canario, motivan un lugar estratégico entre África, Europa y América.
Así pues, la Isla Bonita seguirá siendo el Edén de los historiadores y la admiración de cualquier país europeo. Mi admiración y respeto a los habitantes de la isla de La Palma; donde yo me siento uno más de esa gran familia que componen tan maravillosa isla.
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.
