Se presenta ante toda España en un debate televisado para contarnos su mundo de fantasía fanática, un mundo de mentiras y falacias y no siéndole suficiente, nos amenaza y hace toda una declaración de principios afirmando que, si gobierna, el sistema de paz y convivencia que nos dimos los españoles con la Constitución del 78 lo suprimirá –y esto no es delito, ya que es una forma de pensar; no es apología de nada malo para nuestra sociedad-. Suena casi como lo de los independentistas catalanes, ¿no?
Nosotros, en cambio, los que queremos seguir intentando avanzar con nuestro modesto sistema democrático basado en esa Constitución, encima, le permitimos que se presente a las elecciones a celebrar el domingo, 10 de noviembre, para que así, si puede, intente destruir nuestro sistema político y nuestro futuro, y, encima, es ilícito intentar impedirles que lo consigan, es antidemocrático, no podemos pensar, siquiera, impedirles actuar. Sólo nos queda tener bien claro a quién le daremos nuestro voto el domingo, porque hay que ir a votar ese día sin excusa.
Los de las derechas, los blanqueadores de estas ideas fascistas ante los españoles -cogobiernan en algunos territorios de España-, esa derecha a la que sólo le importa gobernar, aunque sea con el mismísimo diablo –¡lo que tiene el poder!-; esa que dice que son gente de bien y que tienen principios democráticos, a esa ni se le oye y, lo que es peor, ni se espera que los contraríen. Queda claro que no, que ni se cuestionan protestar ante estos, sus socios en Andalucía, Murcia y Madrid, ni siquiera cuando afirman que hay que ilegalizar partidos políticos; no, esta derecha avala su racismo repugnante y el odio a todo aquello que huela a igualdad de género. Luego está el de Badalona, que afirma que gobernarán juntos España, si suman.
No nos imaginábamos a Rivera contra la Constitución, las autonomías, ilegalizando partidos políticos o dejando a las mujeres indefensas ante sus verdugos. ¿O sí? ¡Qué le vamos a hacer! Alguno cree que él escribe la historia, pero la realidad es que la historia se escribe sola; el tiempo es su escritor, ese al que ninguno podremos manipular.
Si existen es porque a alguien le hace falta que existan, o eso pensamos. No es admisible pensar que un grupo de radicales anti demócratas, fachas y fascistas existen porque la sociedad los necesita. Este país es democrático y está basado en unos principios que garantizan la libertad de expresión, entre otras, pero nuestros representantes parlamentarios parecen no estar en consonancia con lo que piensa la inmensa mayoría de españoles, mayoría que cree que quien no esté con la Constitución sobra y debe ser excluido de nuestra sociedad. No oímos a ningún partido proponer medidas o normas que impidan avanzar a los anti constitucionalistas.
Tendremos que cambiar la Ley porque, con estos energúmenos, la realidad demuestra que nuestra libertad parece acabar donde empieza la suya y aquí todos somos y seremos libres, por igual. Para esto necesitamos a políticos que nos garanticen leyes justas para todos y que no permitan que extremistas, tanto de derecha como de izquierda, nos impongan su mundo excluyente.
La familia ya ha crecido lo suficiente con la actual parejita, lo deseable es que no crezca más.
