A medida que el archipiélago canario enfrenta episodios recurrentes de calima las consecuencias para la salud de sus habitantes y el entorno se hacen cada vez más evidentes
Santa Cruz de Tenerife. El archipiélago canario ha experimentado en los primeros meses de 2024 una serie de episodios de calima que han afectado significativamente la calidad del aire y, por ende, la salud de sus residentes. Este fenómeno meteorológico, caracterizado por la presencia de polvo en suspensión en la atmósfera, proviene directamente del desierto del Sahara y trae consigo no solo partículas de arena sino también potenciales sustancias nocivas que pueden afectar la salud humana.
La Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias ha emitido varias prealertas por calima, instando a la población a tomar medidas preventivas para reducir la exposición a estas partículas. Entre las recomendaciones destacan mantener puertas y ventanas cerradas, evitar actividades al aire libre, especialmente para personas con enfermedades respiratorias crónicas, y mantener una hidratación adecuada.
Los efectos de la calima en la salud pueden ser diversos, desde molestias leves como irritación de los ojos y garganta hasta complicaciones más graves como broncoespasmos, asma y otros problemas respiratorios. Las partículas menores de diez micras (PM10) son de particular preocupación, ya que pueden penetrar profundamente en el sistema respiratorio y llegar a los pulmones. La Organización Mundial de la Salud establece que el nivel máximo seguro de exposición a estas partículas es de 50 mg por metro cúbico, pero durante episodios de calima, los niveles pueden superar significativamente este límite.
Investigaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han mostrado que la calima puede contener partículas especialmente dañinas, como metales pesados, debido a su paso por áreas industriales en el norte de África. Estas partículas, al ser inhaladas, pueden tener efectos perjudiciales sobre la salud, incluyendo enfermedades cardiovasculares y crisis de ansiedad en individuos susceptibles.
La calima no solo representa un reto para la salud pública sino que también es un indicador de los cambios climáticos y ambientales a nivel global. Estudios han vinculado la frecuencia e intensidad de estos fenómenos con el cambio climático, sugiriendo que podríamos enfrentarnos a un aumento de estos episodios en el futuro. Además, el impacto sobre la salud pública podría intensificarse, lo que hace imperativo adoptar medidas de adaptación y mitigación a nivel individual y colectivo.
En respuesta a los desafíos planteados por la calima, las autoridades sanitarias de Canarias y expertos en salud recomiendan seguir las alertas y recomendaciones emitidas por las autoridades, usar mascarillas FFP2 al salir al exterior durante episodios de calima, y limpiar con paños húmedos para evitar la reentrada de partículas al interior de los hogares. Estas medidas, aunque temporales, pueden ayudar a minimizar los efectos adversos de la calima en la salud.
En conclusión, los episodios de calima en Canarias representan un serio desafío para la salud pública y el bienestar de sus habitantes. Es fundamental que la población esté informada y adopte las medidas preventivas recomendadas para proteger su salud, mientras que las autoridades continúan monitorizando la situación y trabajando en estrategias a largo plazo para mitigar los efectos del cambio climático y sus manifestaciones, como es el caso de la calima.
