Una necesaria retrospectiva

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«No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo». Esas palabras las pronunciaba Clara Campoamor un 1 de octubre de 1931 ante las Cortes, en un pleno compuesto por hombres, en defensa de aquello que llevaba tanto reivindicando, el sufragio femenino. Ciento setenta días tenía de vida la II República en ese entonces, menos de seis meses bastaron para que una sociedad que abogaba por el progreso y unos políticos que lucharon por el fin de un período autoritario, reconocieran el derecho de la mujer a votar, con 161 votos a favor y 121 en contra. Desde ese momento, Clara Campoamor se convirtió en un hito en la historia del feminismo en España, aunque, por ese entonces, ya había hecho añicos dos techos de cristal: fue la segunda mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid y la primera diputada española, junto con Victoria Kent. Además, participó en la redacción de la Constitución de 1931, en la que se empezaron a reconocer los primeros derechos a la mujer.

Podríamos preguntarnos dónde estaríamos ahora si la lucha de Clara Campoamor hubiese quedado silenciada bajo el yugo del franquismo, o si esta reivindicadora feminista no hubiese seguido enfrentándose firmemente al machismo que, hasta el día de hoy, continúa estando presente en nuestra sociedad. Lo cierto es que consiguió su propósito, un derecho que ya era una realidad en países como Estados Unidos. Las mujeres votaron por primera vez en nuestro país el 19 de noviembre de 1933, para que, tres años más tarde, se negara ese derecho a todos los españoles.

Muchas saborearon la dulce victoria al introducir sus sobres en las urnas, para después, como la misma Campoamor, quedarse con el regusto amargo de la huida y el exilio. Muchas pudieron pensar que tantos esfuerzos cayeron en sacos rotos, aquellas que nunca llegaron a ver la España democrática.

En Canarias, la condición de insularidad, lejos de todo lo que se cocía en las grandes ciudades, y una población rural mayoritariamente analfabeta y conservadora provocaron el retraso en los ideales feministas, que no llegaron hasta casi acabado el franquismo. Sin embargo, aunque invisibilizado, no es desdeñable el esfuerzo que hicieron las mujeres canarias, especialmente en la lucha por el divorcio y el aborto.

Repasando estos acontecimientos, no puedo sentir otra cosa que no sea orgullo por todas esas mujeres que lucharon para que mi hija hoy pueda vivir en un país que cada día da más pasos hacia la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.

El PSOE ha sido siempre un partido comprometido con la lucha y, durante los años en los que ha estado al frente del gobierno, se han producido grandes avances. Ya desde el Gobierno de Felipe González empezaron a verse los primeros esbozos de un país que luchaba por la igualdad, así en 1983 se creó el primer Instituto de la Mujer. No mucho más tarde, se estableció el Primer Plan de Oportunidades, para analizar la discriminación y sus consecuencias, y su actualización empezó a prestar importancia a la conciliación laboral, para llegar a la Ley 42/1994 que protegía a las trabajadoras embarazadas y reconocía el derecho a la lactancia.

Bajo la Presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, las políticas de igualdad comenzaron a tomar protagonismo en la agenda política y en la estructura del propio Ejecutivo, con la constitución del primer gobierno paritario y la creación de la Secretaría de Políticas de Igualdad, que más tarde pasaría a pertenecer al primer Ministerio de Igualdad, en 2008. Durante esos años, el Partido Socialista aprobó la Ley contra la Violencia de Género, en 2004, pionera en Europa, y la Ley para la Promoción efectiva de igualdad entre mujeres y hombres, en 2007. Además, fijó el principio de transversalidad, con un enfoque de género en las políticas públicas. El matrimonio homosexual y la posibilidad de adopción para las parejas del mismo sexo se convirtió en una realidad en 2005.

Las manifestaciones del 8M empezaron a ocupar portadas y a alcanzar el mayor grado de participación durante el gobierno de Pedro Sánchez, que, además, posee el gabinete con más presencia femenina de la historia de la democracia española. En octubre de 2020, se aprobó el decreto ley para acabar con la brecha salarial. No hay que olvidar tampoco la gran labor que realizó el Instituto Canario de Igualdad, durante el confinamiento, con su iniciativa Mascarilla 19. Y, por supuesto, el apoyo socialista para sacar adelante una Ley integral que reconoce y ampara los derechos de todas las personas LGTBI.

Sin embargo, no podemos perdernos en triunfos pasados, ni estancarnos en el conformismo. Queda camino por recorrer, y me apena ver cómo, desde hace un tiempo, han surgido voces empeñadas en desterrar todos esos esfuerzos y todo aquello en lo que seguimos trabajando, porque hay asuntos en los que no se puede retroceder, no pueden entrar en debate derechos que son incuestionables.

Reivindico en estas líneas la igualdad de género, en el 90° aniversario del sufragio femenino, porque es mi responsabilidad como hombre, como político y como padre. Es nuestra responsabilidad política y social que las palabras y la lucha promovida por muchas mujeres a lo largo de nuestra historia no caigan en el olvido.

Ramón Morales, senador del PSOE por la isla de Gran Canaria.

 

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Artículo del senador por Gran Canaria Ramón Morales, publicado en el libro 'Homenaje a Clara Campoamor. 90 aniversario del voto femenino en España', editado por el Senado.
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