No descubro nada nuevo, si escribo que en este comienzo de siglo XXI hay una nueva forma de pensar y vivir en el mundo. En lo que respecta a la sociedad donde actualmente resido, Canarias, observo que hay muchas personas que arrastran un pasado dificultoso a través de fracasos laborales o en las convivencias de parejas, bien casados por la Iglesia o por lo Civil; problemas que muchos de ellos han tenido que ser tratados durante varios años por psicólogos y psiquiatras. Cierto es, que nada es duradero para toda la vida, pero también es cierto que esos fracasos dejan cicatrices muy duras de cara a un futuro de proyectos, pero se consiguen con éxitos con la colaboración del protagonista del episodio patológico y de los profesionales que asumen la responsabilidad de curar el problema. De la misma manera, todas esas personas que han sufrido lo señalado anteriormente, son como cristales delicados que ya viven con una experiencia y una coraza en sus respectivas vidas. Por un lado, son frágiles a la hora de recibir una respuesta o contestación subida de tono, motivando no tolerar bajo ningún concepto que nadie supere los decibelios de las cuerdas vocales de la parte contraria. Asimismo, están permanentemente en “guardia” ante cualquier reacción en forma de conductas de las personas con la que dialoguen. Personalmente, yo creo que todo ello es debido a un patrón de experiencias negativas de un pasado que en otro momento también fue un presente de una etapa determinada.
Por otro lado, la sociedad actual en la que vivo puedo observar que hay muchas personas necesitadas de un amigo/a, de una pareja, de un abrazo, de poder compartir con alguien inquietudes y proyectos. Personas que viven cada día con su propia soledad, con su propio destino. Muchas de ellas/os, intentando aferrarse a un ´clavo caliente´; con el objetivo de buscar un sustituto/as a su soledades forzadas o deseadas. Es por ello, que hay un cierto ´desmadre´ en el ´mercado´ de los fracasos, donde tanto el hombre como la mujer, buscan desesperadamente ´matar´ las horas que tiene un día cualquiera en la vida cotidiana de los seres humanos. La desconfianza es algo que prevalece en la sociedad actual. Casi nadie cree en nadie. Muchos/as buscan momentos de alternativas que les permitan oxigenarse por unas horas de libertad; refugiándose en talleres de diversos programas sociales y cursos de formación profesional. También, ven como salida a sus problemas o a sus soledades, el tiempo de ocio. Es decir, la música y el baile.
En definitivas, considero que no es nada fácil vivir en un mundo competitivo, en una sociedad que tienen que estar a la altura de las otras sociedades, especialmente en ese mundo occidental que va acompañado del pañuelo europeo. Desgraciadamente, hoy predomina más lo material que la parte afectiva, donde muchas personas en desarraigo o en su más pura soledad buscan alguien que tenga poder adquisitivo y coche, por lo menos en lo que puedo observar en la sociedad donde vivo. De la misma manera, tampoco quiero olvidarme de aquellas personas que buscan pareja a través de las herramientas tecnológicas, Internet y redes sociales. Para no ser menos, el programa televisivo First Dates; es otras de las alternativas para que muchas mujeres y hombres encuentren a sus respectivos príncipes azules y princesas de los cuentos de la Edad Media.
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.