Otro mes que cerró su actividad tras cumplir su trabajo en el calendario de la humanidad. Un mes de abril que se mostró confuso y desordenado ante los múltiples y distintos acontecimientos que vienen sucediéndose actualmente en el mundo. Como no podía ser menos, el mes de mayo entra con la fuerza reivindicativa celebrando el Día Internacional de los Trabajadores. Recuerdos, que me llegan a la memoria de mis etapas como periodista en los sindicatos CCOO y CSIF Canarias. También, esta entrada del mes de mayo se caracteriza por la celebración del Día de las Madres y variedad de fiestas populares.
Sinceramente, y con el reloj de mi vida en activo, me doy cuenta que la vida no es tan larga. Todo parece que fue ayer. Es decir, lo vivido hasta ahora. Cada vez que me paro, cierro los ojos y medito por unos instantes las distintas etapas de mi vida, donde me pregunto a mi mismo: «que rápido han pasado los años y también mi vida». Así es la Ley de la vida y así tengo que asumirlo. No queda de otra. Posiblemente mis ganas de seguir viviendo con calidad de vida pudiera parecer una actitud egoísta, pero son sueños y reflexiones que la vida me invita ‘fabricar’ desde la inspiración y motivación para que mi cerebro siga cosechando ideas de propias cosechas, aunque solo sean espejismos de los espejos de mi vida. El tiempo no se detiene, dejando marcas y huellas en nuestros rostros.
No tengo la menor duda que el reloj de nuestros destinos son los verdaderos ‘escultores’ de los cambios transformativos de nuestras condiciones físicas. Cada etapa tiene sus escultores y arquitectos del universo. Nacemos aprendices y morimos siguiendo siendo alumnos de la vida. El peso de los años nos van diciendo y marcando el límite de nuestras fuerzas. Para muchos de nosotros, nuestra juventud ya pasó, aunque intentemos maquillarla con pinceles y pinturas de ilusiones y espíritu de luchas. Si, es bueno sentirnos jóvenes, es una actitud muy positiva para aguantar las ‘bofetadas’ de la vida. Lo importante es cumplir años y seguir viendo con calidad de vida. Que importan los surcos que tengan nuestras caras, manchas en los brazos y pelo blanco en nuestras cabezas.
Así son los ‘escultores’ de nuestras vidas; los ‘arquitectos’ de la naturaleza. Los trapecios y puentes de la vida son elementos que nos ponen ese Dios misterioso del universo como pruebas para ver de lo que somos capaces de hacer y hasta donde llega nuestra fe en el creador del mundo y de nosotros mismos. Sigamos viviendo con la ilusión de ser personas humildes y buenas, reforzadas siempre con actitudes positivas. Así pues, otro mes que se fue (abril) y otro que llega (mayo). Mientras tanto, la vida en nuestro planeta no se detiene, convirtiéndonos en ‘actores de nuestros éxitos y fracasos. Por eso somos humanos, capaces de pensar y tomar decisiones, pero no exentos de ser vulnerables ante los ‘semáforos en rojo’ que la vida nos va poniendo a cada uno de nosotros.
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.