La conocí siendo aún una niña de cuatro años. Ella, mi amiga Sofía Domínguez Naranjo, es hoy una señorita de 16 años de edad. Una joven nepalí que fue adoptada por la actual madre y gran amiga, Gladys Domínguez Naranjo, junto con su hermano Germán Domínguez Naranjo. El tiempo pasa y sin darnos cuenta entramos en años avanzados, especialmente cuando observo como la niña que conocí con cuatro años es hoy una bella señorita. Sofía, como se llama mi amiguita, tuvo la suerte de que su destino le regalará una madre, abuelo y tío adoptivos, pero también es cierto que la familia Domínguez Naranjo también han tenido la gran suerte de tener en sus vidas a una niña tan bella e inteligente como Sofi, la cual le ha dado luz e ilusiones a su nueva familia y un sentido por lo que vale la pena luchar en la vida.
Muchos han sido los ratos agradables que he pasado en Teror, concretamente en los Arbejales, en casa de mis amigos ya citados anteriormente. Momentos que he podido disfrutar de la sonrisa y mirada noble de una niña que poco a poco se fue adaptando a las costumbres y cultura de Europa. En concreto, a las costumbres e idiosincrasia de las islas Canarias. El calor familiar ha sido sin duda unos de los valores más atractivo e importante que ha tenido la niña nepalí desde que fue adoptada, especialmente cuando su abuelo Agustín, ya fallecido, le transmitía su sabiduría y experiencia de la vida, junto con mamá Gladys, la cual en todos estos años se ha entregado en cuerpo y alma para criar y ver crecer a su niña a través de un importante trabajo de sacrificio, pero lleno de amor y ternura. Tampoco puedo olvidarme de su tío y gran amigo, Germán Domínguez Naranjo, persona que en su momento acompañó a su hermana Gladys a Nepal, con el propósito de tramitar la documentación para la adopción legal de mi amiga, Sofi.
En fin, hoy mi amiga Sofi es toda una señorita, un mujer cultivada entre el amor, cariño y respeto generada por la familia Domínguez Naranjo; excelentes amigos míos que también han cautivado en mi corazón respeto, cariño y admiración. Dieciséis años de vida que abren paso a una nueva etapa de Sofi, Como dice una de las rimas de la canción de Julio Iglesias. Eras niña de largos silencios y ya me querías bien Tu mirada buscaba la mía jugabas a ser mujer. Pocos años ganados al tiempo vestidos con otra piel Y mi vida que nada esperaba también te quería bien. La paraba en el tiempo pensando que no debería crecer, pero el tiempo me estaba engañando mi niña se hacia mujer.
Y así es como la vida de Sofía va trascurriendo en el tiempo; creciendo y abriendo nuevas puertas en cada etapa de su vida, regalándonos su amor, amistad desde ese lugar tan bonito como es Teror (Los Arbejales). Años que va cumpliendo lleno de juventud, engalanados de sueños e ilusiones. Por todo ello, su familia adoptiva, mis admirados amigos, se sienten feliz por la luz que esta niña, ya mujer, ilumina un hogar que amanece cada día con una nueva ilusión y una razón por la que seguir luchando en la vida.
Rafael Lutzardo. Periodista y escritor.