La protección solar: un imperativo ignorado en Canarias que exige un cambio de mentalidad

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Los daños en la capa de ozono de la atmósfera unido a la reflexión de la luz en las partículas de contaminación apuntan a ser una de las causas por la que el sol es más agresivo

Santa Cruz de Tenerife.- En Canarias, donde el sol brilla con una intensidad especial durante todo el año, la protección solar debería ser un tema prioritario en la agenda pública y en la conciencia individual. Sin embargo, la reciente nota de prensa emitida por la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias revela una alarmante realidad: a pesar de los riesgos evidentes y bien documentados, la protección solar sigue siendo un aspecto descuidado en la rutina diaria de muchos canarios, limitándose en muchos casos al verano y las jornadas en la playa.

Esta actitud refleja una peligrosa subestimación del poder dañino del sol. En un entorno como el canario, la radiación ultravioleta (UV) es una constante que no distingue entre estaciones. El deterioro de la capa de ozono, combinado con la reflexión de la luz en las partículas de contaminación atmosférica, ha hecho que el sol sea más agresivo de lo que solía ser. Este aumento en la intensidad de la radiación solar debería ser motivo de preocupación y, más aún, de acción preventiva.

La piel, nuestro órgano más extenso, sufre en silencio cada exposición indebida al sol. Los efectos negativos de la radiación solar son acumulativos, lo que significa que cada minuto bajo el sol sin protección es una pequeña suma en una cuenta que eventualmente puede cobrar intereses extremadamente altos, como el envejecimiento prematuro, la aparición de manchas, y en el peor de los casos, cáncer de piel. La “memoria” de la piel no perdona, y sus consecuencias son más severas de lo que muchas veces imaginamos.

A pesar de los avances en la dermatología y la constante información disponible, sigue habiendo una peligrosa desconexión entre el conocimiento y la práctica. Muchas personas aún asocian el bronceado con la salud, la belleza y el bienestar, sin comprender que esta pigmentación cutánea es, en realidad, un mecanismo de defensa de la piel ante una agresión. Broncearse es, en otras palabras, un signo de daño cutáneo, no de salud.

Es especialmente preocupante observar que los niños, quienes son los más vulnerables, siguen siendo expuestos al sol sin la protección adecuada. La Sanidad canaria advierte con contundencia que las quemaduras solares durante la infancia pueden duplicar el riesgo de desarrollar melanoma, un tipo de cáncer de piel que, aunque tratable en muchas ocasiones, puede ser letal. Aun así, es común ver a pequeños en la playa o en el parque sin sombreros, gafas de sol, o siquiera una capa de protector solar, exponiéndolos a un riesgo innecesario que podría evitarse con simples medidas preventivas.

La Consejería subraya la importancia de no considerar los fotoprotectores como meros productos cosméticos, sino como una defensa esencial contra los daños solares. Sin embargo, para que estos productos sean verdaderamente efectivos, es crucial entender su correcto uso. Aplicar el protector solar de manera adecuada y con la frecuencia recomendada es tan importante como elegir el factor de protección adecuado para cada tipo de piel. No basta con usar un fotoprotector de alto factor; es necesario combinarlo con otras medidas de protección, como el uso de sombreros, ropa adecuada y la limitación de la exposición directa al sol en las horas de mayor radiación.

La elección del factor de protección solar (FPS) es otro aspecto crucial que a menudo se malinterpreta. Muchas personas piensan que un FPS más alto significa una protección total, lo cual no es cierto. El FPS solo indica el tiempo que la piel puede estar expuesta al sol sin quemarse, en comparación con no usar protector solar. No obstante, factores como la resistencia al agua, la reaplicación regular, y la cobertura completa de todas las áreas expuestas del cuerpo son igualmente importantes para una protección eficaz.

En Canarias, donde predominan los fototipos cutáneos de piel más oscura (Fototipo IV), es común la falsa creencia de que este tipo de pieles no necesitan tanta protección. Sin embargo, aunque estas pieles tienen una mayor resistencia al eritema (enrojecimiento), siguen siendo susceptibles a los efectos acumulativos del sol y, por lo tanto, requieren protección adecuada. Para los niños, independientemente del fototipo, se recomienda un FPS mínimo de 50, resistente al agua y al roce, garantizando así una defensa efectiva contra la agresiva radiación solar canaria.

Además, la nota de prensa hace hincapié en la importancia de la protección ocular y el uso de gafas de sol con filtros adecuados. La radiación UV no solo afecta la piel, sino que también es responsable de enfermedades oculares graves, como cataratas y retinopatías, que pueden derivar en una pérdida significativa de la visión. Este es otro aspecto que a menudo se subestima, sobre todo en los niños, quienes deberían comenzar a proteger sus ojos desde una edad temprana.

La prevención es la clave para reducir la incidencia de enfermedades relacionadas con la exposición solar. Sin embargo, para que esta prevención sea efectiva, es necesario un cambio profundo en la mentalidad colectiva. La protección solar no debe ser vista como una opción, sino como una necesidad diaria, tan esencial como lavarse las manos o cepillarse los dientes. Esta conciencia debe inculcarse desde la infancia, en casa, en las escuelas y en la comunidad, para que las futuras generaciones crezcan con un respeto saludable hacia el sol.

En conclusión, el mensaje de la Consejería de Sanidad es claro: en Canarias, la protección solar debe ser una práctica cotidiana y consciente. No podemos seguir ignorando los peligros del sol ni confiar en mitos obsoletos que asocian el bronceado con la salud. Debemos actuar ahora, adoptando medidas preventivas que protejan nuestra piel y nuestra salud a largo plazo. Solo así podremos asegurar que el sol, un elemento vital para la vida, no se convierta en un enemigo silencioso y mortal en nuestra comunidad.

 


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Los daños en la capa de ozono de la atmósfera unido a la reflexión de la luz en las partículas de contaminación apuntan a ser una de las causas por la que el sol es más agresivo
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