Se nos está quedando bonito el paisaje. A la brutal crisis económica y social, que tantos puestos de trabajo ha destruido, se añade la aceleración del impacto que la digitalización y la robotización están suponiendo, sin que nos haya dado tiempo a prepararnos para otras cosas, a descubrir otros nichos de empleo, a modificar la formación de nuestra gente, a ensayar otras actividades económicas que puedan acoger a los miles de personas desplazadas ya con escasas alternativas para seguir cotizando.
El comercio y la banca online, ya nos han avisado de miles de despidos, su discurso es que les sigue yendo bien, pero ya no necesitan ni tanto personal, ni tantas oficinas; ahora los clientes se despachan solos desde el salón de su casa. Incluso la administración pública, inmersa en el teletrabajo te obliga a solicitar y gestionar a través de plataformas digitales y si acudes a un servicio público administrativo, te encuentras con un desierto en el que nadie te atiende. Todo esto en medio de una brecha digital que lleva a la doble exclusión a cientos de miles de canarios y canarias, sin medios, conectividad, ni conocimientos digitales. La exclusión de la exclusión.
Mientras, el ministro Escrivá, responsable del Instituto Nacional de la Seguridad Social nos advierte del déficit de la hucha de las pensiones y nos va preparando para la subida de años de cotización para percibir una pensión digna. En definitiva, con el paro juvenil disparado, y las empresas privadas cambiándonos por ordenadores y robots, por los que no tendrán que cotizar a la seguridad social. Ni para jóvenes, ni para mayores, el final del túnel pinta nada bien. Pero peor pinta para esa hucha que cada vez tendrá menos personas que la alimenten.
Este paisaje, con el que ya es seguro vamos a toparnos, no parece estar siendo estudiado con profundidad. Los que trabajamos tendremos que cotizar más y más años, los jóvenes a esperar que les toque, y a ingeniarse los modos de hacer el gran milagro, el de cotizar lo suficiente en un mercado al que entraran muy tarde, y en el que les esperan contratos precarios y temporales. Las empresas recibiendo subvenciones para incrementar la digitalización, la prestación de servicios desde la gran nube en la que hay de todo sin moverte de casa, la innovación tecnológica, necesaria y ya presente, requiere cada día menos mano de obra. ¿Dónde irán los afectados y afectadas? ¿Los desplazados de banca y comercios donde seguirán cotizando hasta los 68 o 70 (al paso que vamos)?
Me da a mí, y nunca he deseado tanto equivocarme, que a la salida de este túnel muchas familias van a empezar a entrar en otro, por que no veo a nadie trabajando para que esto no suceda.
Cristina Valido García.
