Los macroproyectos turísticos del sur de Tenerife aceleran la “agonía ecológica” de los ecosistemas costeros

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La población en Canarias se ha duplicado en apenas cuatro décadas, acercándonos a los 2.5 millones de personas. Esta cifra nos convierte en la tercera comunidad autónoma con mayor densidad poblacional (292 hab/km2), detrás de Madrid (845) y País Vasco (307). Uno de los mayores daños asociados a este incremento poblacional ha sido la ocupación del suelo por urbanizaciones y grandes infraestructuras de la industria turística cuando estas se han realizado bajo un mal planeamiento, sin justificación socio- ambiental y bajo la corrupción y especulación de las clases políticas y empresariales que no han sido sancionadas. Este modelo económico está colapsando la calidad de vida en las islas, al tiempo que destruye los hábitats naturales y las especies nativas. 

La situación en el sur de Tenerife, la isla más poblada del archipiélago, es especialmente crítica. El boom turístico de los sesenta marcó el inicio de la transformación radical de pequeños pueblos pesqueros en grandes aglomeraciones urbanas carentes de identidad, dibujando un continuo desde Los Cristianos hasta San Miguel de Abona. A pesar de que la capacidad de carga del territorio insular está más que desbordada, tal y como ya señalaba la Ley 19/2003 de Directrices de Ordenación del Turismo de Canarias, las administraciones públicas no se dan por aludidas. Al contrario, anuncian una vasta lista de macroproyectos innecesarios y sumamente perjudiciales, que van desde grandes complejos hoteleros con campos de golf, hasta puertos deportivos y circuitos del motor, entre otros, caminando en dirección opuesta al modelo de desarrollo sostenible que exige dicha ley. Recientemente, una organización política advirtió que están previstos más de diez millones de metros cuadrados para uso turístico en seis municipios (Adeje, Arico, Arona, Granadilla de Abona, Guía de Isora, San Miguel de Abona), lo que supera en más de 22 veces la superficie de terreno que se prevé ocupar por “Cuna del alma”, en Adeje. 

Con demasiada frecuencia se publicitan estos macroproyectos como sostenibles, falseando la realidad y engañando a la población para beneficio propio. Un claro ejemplo lo tenemos en “Cuna del Alma”, que debería llamarse “Tumba del Alma” por destruir la identidad del territorio costero (ver imagen). Este proyecto ya ha levantado grandes masas de tierra destruyendo restos arqueológicos y el hábitat natural, afectando numerosos ejemplares de plantas nativas y zonas de reproducción y alimentación de aves, reptiles y un multitud de invertebrados. En su lugar, se están plantando palmeras exóticas del género americano Roystonea, a la vez que se elimina la vegetación nativa. Se modificará drásticamente la bahía del Puertito de Armeñime al construir una playa artificial con club privado en primera línea de costa, incrementando la contaminación química, lumínica y acústica sobre los organismos costeros y marinos. La construcción del proyecto pone en peligro zonas limítrofes con figuras de protección como el Sitio de Interés Científico de La Caleta; un área prioritaria para la conservación, alimentación, reproducción y concentración de avifauna canaria, que comprende un hábitat de interés comunitario el tabaibal-cardonal y la Zona de Especial Conservación (ZEC) «Franja Marina Teno-Rasca» de la Red Natura 2000. El año pasado, este ZEC fue catalogado por la Alianza Mundial de Cetáceos como el primer Lugar Patrimonio de Ballenas de un país europeo, tercero a nivel mundial después de Bluff, en Sudáfrica, y Harvey Bay, en Australia. 

El reconocimiento nacional e internacional del patrimonio tinerfeño no parece tener el suficiente peso como para garantizar su conservación. La ley 19/2003 es clara al establecer como estrategia la reducción del consumo de suelo y recursos, conteniendo el crecimiento poblacional en islas superpobladas como Tenerife, así como en áreas capitalinas y corredores costeros. Tanto “Cuna del Alma”, como los otros macroproyectos turísticos planificados, incumplen la normativa vigente al no contar con estudios de capacidad de carga local e insular, exigido por la citada ley, dado que el Plan Insular de Ordenación Territorial de Tenerife (PIOT) es anterior a la entrada en vigor de esta. Se requiere de un estudio específico donde se evalúen, entre otros factores, la capacidad ecológica, paisajística y la afección a los recursos naturales existentes, algo que no ha sido incluido en los documentos de planeamiento que establecen los citados suelos urbanizables y urbanos. Como resultado, la inseguridad jurídica sigue vigente con fuertes costes sociales, ambientales y paisajísticos. Dada la incapacidad gestora demostrada hasta el momento por las administraciones públicas, el traspaso de la competencia de Costas desde el Estado a la Comunidad Autónoma de Canarias, previsto para el 2023, podría significar para los ecosistemas costeros el empuje final hacia un punto de degradación total e irreversible. 

Ante esta grave situación de destrucción insostenible, las asociaciones conservacionistas Abeque, ATAN, CEAMAR, Federación Ben Magec – Ecologistas en Acción, Fundación Canaria Telesforo Bravo-Juan Coello, GOHNIC, SEO/BirdLife y ACBC instan a la acción inmediata de los poderes públicos, especialmente al Gobierno de Canarias y al Cabildo Insular de Tenerife, por ostentar las competencias en planificación territorial. Solicitamos un giro radical en los planteamientos actuales de desarrollo, para que no pongan en peligro nuestro ya incierto futuro en la isla de Tenerife. No son necesarios más estudios de capacidad de carga en el panorama actual para saber que estas propuestas no son sostenibles y que nos llevan a un callejón sin salida que nos conduce al abismo. Así, solicitamos declarar agotada la capacidad de carga de la isla y establecer una moratoria turística. Solicitamos anteponer la renovación de la edificación ya existente frente al consumo de nuevo suelo y primar la calidad sobre el crecimiento cuantitativo, abriendo la oferta turística hacia fines más sostenibles que no impliquen la destrucción de los ya deteriorados ecosistemas costeros, sino su restauración y puesta en valor mediante educación ambiental. La especulación del suelo ha sido el principal agente impulsor de los desequilibrios ambientales del archipiélago en las últimas seis décadas. Ante la actual situación mundial de crisis ecológica, no cabe margen de maniobra. Urge que la clase política cumpla sin demora con sus obligaciones y paralice por completo el proyecto Cuna del Alma y el resto de las acciones especulativas del territorio insular. 

Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria.


Pie de imagem

El macroproyecto turístico de lujo “Cuna del Alma” (1) ocuparía un área de 448.193,64 m2 con más de 400 residencias de lujo, hotel, spa, piscina y playa artificial privada con club. Destruiría uno de los pocos núcleos costeros tradicionales (2) del suroeste de Tenerife colindante a espacios naturales protegidos, a pesar de que la isla ya goza de una infraestructura hotelera de primer nivel para abastecer la demanda turística. Aspecto actual de la bahía del Puertito (3), donde se encuentran cardones marcados para su futuro trasplante (4), muchos de los cuales ya han sido previamente destruidos por el impacto de las obras iniciadas y sustituidos por flora exótica (5). Fuente: 1: Noticias de Tenerife El Digital Sur; 2: GRAFCAN; 3-5: © Candelaria Rodríguez. 

 

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Los macroproyectos turísticos del sur de Tenerife aceleran la “agonía ecológica” de los ecosistemas costeros
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Los macroproyectos turísticos del sur de Tenerife aceleran la “agonía ecológica” de los ecosistemas costeros
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ACBC: “La situación en el sur de Tenerife, la isla más poblada del archipiélago, es especialmente crítica”
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