El futuro del planeta tierra está en las manos de las generaciones venideras. Si saben reciclar, respetar y cuidar el medio ambiente donde vivimos, el mundo podrá seguir su curso natural. Del mismo modo, y desde hace mucho tiempo, la naturaleza ya viene advirtiendo a la humanidad que no estamos haciendo las cosas bien. La transformación del mundo ha sido brutal y rápida, especialmente en las tecnologías informáticas e Internet, Ahora todo tiende a digitalizarse, donde la mano de obra ya casi pertenece al pasado. Si la Revolución Industrial fue un fenómeno revolucionario y sorpresivo, no menos es la revolución del avance de la tecnología de este comienzo de siglo XXI. Evolucionamos muy deprisa, sepultando los valores tradicionales de nuestros abuelos y padres. Es por ello, que el futuro de este planeta donde vivimos debe ser valorado y trabajado de manera urgente por la nueva generación, pues de lo contrario el escenario donde vivimos se vera obligado al caer en el ostracismo. Sin embargo, reconozco que la tarea no será nada fácil para los jóvenes, los cuales necesitan una educación y formación desde sus respectivas familias y centros educativos. Es decir, si no hay valores morales poco se puede hacer y valorar a la hora de iniciar cualquier proyecto. Sobretodo a la hora de respetar el medio ambiente natural.
Como bien describe un medio digital, hasta hace poco creíamos que la naturaleza, además de sabia, era indestructible. La creíamos capaz de sobreponerse a terremotos, volcanes, glaciaciones y meteoritos tan destructivos como 10.000 millones de bombas atómicas. Sin embargo, las imágenes de una Tierra que en pleno siglo XXI se ahoga en océanos de plástico, se derrite por los polos y transforma sus bosques en desiertos nos han dejado en evidencia: el planeta se asoma al abismo y nosotros con él.
Por otro lado, la evolución de las tecnologías ha supuesto un importante avance en la humanidad, pero también un deterioro en nuestra forma de pensar y de actuar en determinados momentos. Es decir, el médico me recomienda una cantidad de pastillas para curar una determinada enfermedad, motivando subsanar un problema oncológico, pero al mismo tiempo también perjudica otra parte del cuerpo. Es decir, lo comido por lo servido. Por lo tanto, en las manos de las nuevas generaciones depende el futuro del planeta tierra. Si no hay conciencia de lo que tenemos, donde vivimos y el daño que podemos hacer a la naturaleza, el mundo estaría llamado a su extinción.
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.