El señor Feijóo quiere presentarse ante el rey para que le designe como candidato a presidir el Gobierno de España. Para ello, le dirá a Felipe VI que cuenta con sus 137 diputados más uno del Unión del Pueblo Navarro y otro de Coalición Canaria. Es decir, 139 diputados, más los de Vox, con lo que alcanzará los 172 diputados. Vale, aunque está por ver. En todo caso, ¿cómo quiere ser presidente si no tiene el respaldo de 176 escaños? Parece que el todavía líder del Partido Popular (hasta que Miguel Ángel Rodríguez y su marioneta, Isabel Díaz Ayuso, se cansen) está absolutamente convencido de que lo logrará. Sus posibilidades pasan porque el Partido Nacionalista Vasco le apoye. El PNV ya ha dicho, por activa y por pasiva, que, de eso nada, y que ni con ellos ni con Vox. Otra opción es que el PSOE se abstenga y se olvide de la promesa electoral del gallego de derogar a Sánchez y al sanchismo. ¡Bueno! Tampoco sería la primera vez que hiciera lo contrario de lo que prometiera. Eso es ya marca de la casa.
¿En serio, lo de Feijóo no tiene nada que ver con lo de las Rías y sus amigos de las lanchas? En mi época nos preguntaríamos qué fuma este señor.
Sin embargo, todo apunta a que su futuro no solo es incierto, sino que ya no hay más camino que recorrer. Voces dentro del PP (fuego amigo, desde que llegó de Galicia) han jugado a que esta situación se produjera. Ya hay voces que demandan un congreso extraordinario. ¿Quiénes pueden estar detrás? Adivinen.
Figuras relevantes en el PP (la rama populista, esa que conecta desde hace mucho y muy bien con Vox) esperan disfrutar recogiendo los restos de este fracaso y, antes que esperar más, aspiran a una posible repetición electoral, por lo que deben llegar pronto al liderazgo, a la dirección nacional del partido con el suficiente tiempo para optar a presidir desde la Moncloa. Experiencia en eliminar presidentes nacionales ya tienen, y saben cómo se juega a esta partida de póker dentro del partido. Como ellos dirían, para eso España es Madrid.
Posdata: Cuando gobierne el señor Feijóo (si lo logra) lo hará con los ya sus socios en municipios y comunidades autónomas, Vox, un partido de extrema derecha en la que los falangistas -antidemócratas, anti constitucionalistas (no olviden el golpe de estado de Tejero) y antimonárquicos- han conseguido desplazar del aparato de control a sus neoliberales (jajaja) con Jorge Buxadé (el Joseph Goebbels español) al mando. Hay que tener también muy claro que, para seguir figurando, al tal Abascal todo le da igual, para eso ya preside la Fundación.
Feijóo, tenlo claro: a rey muerto, rey puesto.
Oscar Mojón, opinador sin acritud.
