Hay muchas situaciones que motivan múltiples conflictos y guerras bélicas en el planeta tierra. Las guerras frías, situaciones económicas en declives, pobrezas extremas, dictaduras radicales, las conquistas de las fronteras, pérdida de los derechos de las personas, xenofobias, machismos, violencia de género, esclavitud infantil, tráfico de órganos humanos, pederastia, la Iglesia corrupta y el abuso de poder, motiva un puzzle en las acciones y formas de conductas humanas que afecta de manera universal la convivencia racional entre los seres humanos. Sin duda, vivimos en un escenario bastante afectado por la depredación del hombre, el cual le importa bien poco la importancia que tiene el medioambiente o lo que realmente la naturaleza nos ofrece y regala. No quiero generalizar, pero a las pruebas me remito en lo que se refiere a la labor del ser humano en el escenario donde vivimos. Destruimos todo aquello que nos da calidad de vida. Robamos y mutilamos el oxígeno de la vida que desprenden los árboles y plantas. Somos verdaderos detractores de nuestro propio medio. Por si fuera poco, provocamos un severo y radical cambio climático en el mundo, provocado por toda la basura que tiramos en los fondos oceánicos.
¿En realidad que somos? Una pregunta para el debate y la reflexión, con el objetivo de obtener unas respuestas que permitan crear alternativas más positivas para que el planeta tierra, nuestro escenario donde vivimos, pueda sentirse más aliviado y sano de las embestidas depredadoras del ser humano. No busco la perfección en la humanidad, pero si busco y reivindico un mejor comportamiento humano en las acciones y formas de conducta de las personas. Vivimos en un planeta maravilloso, donde nos ofrece vida a través del agua, oxígeno, selvas, bosques, valles y ríos. En definitiva, un mundo mágico lleno de vida y belleza. ¿En realidad que es lo que provoca en nosotros para ser tan destructivos con nuestro propio planeta tierra?
Como decía Harbin Raíz, antropólogo estadounidense, “hemos llegado a una fase en la evolución de nuestra especie en la que el próximo gran avance adaptativo debe ser o bien la eliminación de las armas nucleares o bien la eliminación de la guerra misma.” Por desgracia, cosa que no ha podido ser.
Así pues, el planeta tierra sigue girando sobre sí mismo, mientras nosotros insistimos en no cambiar mucho o casi nada en nuestra manera de tratar, valorar y respetar el mundo donde vivimos. Es una pena, pero también es una realidad que no podemos evitar en ocultarla. Somos los que somos, y, no podemos maquillarnos con excusas tan estúpidas ante un mundo tan natural y maravilloso, el cual nos obsequia vivir entre sus aposentos naturales que otro planeta de momento no nos puede dar. Seamos más humanos, más sensibles y más responsables con nuestra manera de pensar y de actuar a la hora de tomar decisiones en nuestras vidas, pero sobre todo con el mundo donde vivimos nacemos y morimos.
Rafael Lutzardo. Periodista y escritor.
