No descubro nada nuevo, si escribo que en los últimos años vengo observando un desequilibrio de bienestar social preocupante. Hay algo que no funciona en nuestro país, pero tampoco en Europa. Sin duda, el mundo está revuelto, metido en muchos líos, motivado por las luchas de la ambición del poder. Es por ello, que todo lo que ocurra en Europa repercute en las autonomías. En concreto, en Canarias, donde yo resido. Por supuesto que me muestro preocupado, sobre todo teniendo en cuenta la guerra que aún mantienen Ucrania y Rusia. Pero también la invasión incontrolable de la inmigración africana a nuestras islas.
Y no digamos el holocausto que se está llevando a Cabo en Israel. Unido todo ello a la pobreza extrema que hay en una gran parte del mundo, supone un gran peligro para tener y mantener la paz asegurada. Si esto sigue así, ¿quién o quienes pagarán los platos rotos? Pues sencillamente las futuras generaciones venideras. Ellos, esos jóvenes, se encontrarán con un mundo totalmente diferente al que ellos tenían soñado. Ojalá que mis predicciones sean solamente dudas de los miedos e inseguridad, pero tal como estoy viviendo y viendo, la cosa no pinta bien.
Vivimos apresurados, como si de tratase del último día de vida en el planeta tierra. Desconfiamos de los unos de los otros. Cada vez nos quedamos huérfanos de valores morales. Los laboratorios humanos ya han inventado el robot con cerebro de inteligencia artificial. ¿Cómo será el mundo dentro de diez años? Uffff… difícil de obtener una respuesta razonada.
Por mi edad, reconozco que pocos son los años que me quedan en este bello, pero complejo mundo. Muchas personas fieles a sus ideas y convicciones, creen en la reencarnación. Sin duda, es cuestión de fe. De ser así, espero ver a mis seres queridos ataviados y sonrientes en otro mundo más allá del universo. Por lo tanto, y como dicen la mayoría de las personas, vivamos el día a día sin pensar lo que puede ocurrir mañana. Buena reflexión si se asocia como medida terapéutica.
Sin embargo, yo no puedo vivir sin dejar de pensar como puedo vivir mañana o como puedo sentirme útil para un determinado proyecto. No puedo ni debo de comenzar la casa por el tejado. Necesito tener la suficiente información para tener seguridad en mi mismo. Pero, sobre todo, las ideas claras. En definitivas, busco y deseo un mundo mucho mejor que el que tenemos actual mente. Es decir, más humano y menos materialista.,
Rafael Lutzardo, periodista y escritor.
