La disputa entre Canarias y Marruecos sobre las aguas territoriales reaviva antiguos conflictos y plantea nuevos desafíos diplomáticos y legales
Santa Cruz de Tenerife. La disputa sobre las aguas territoriales entre Canarias y Marruecos ha escalado en los últimos años, marcada por una serie de acciones y declaraciones que han intensificado las tensiones entre ambos lados. Este conflicto, que se extiende más allá de las aguas, engloba aspectos económicos, políticos y estratégicos, convirtiéndose en un punto crítico en las relaciones hispano-marroquíes.
Marruecos ha oficializado su pretensión sobre parte de las aguas canarias y las riquezas de su subsuelo a través de leyes internas, extendiendo su zona económica exclusiva y la plataforma continental hasta las 350 millas, incluyendo así las aguas del Sáhara Occidental. Este movimiento estratégico busca discutir la solicitud de España ante las Naciones Unidas para ampliar la zona económica exclusiva de Canarias e incluir los montes submarinos existentes al sur del archipiélago.
El Gobierno de Canarias y el Frente Polisario han reaccionado fuertemente ante estas acciones, considerándolas como una muestra más de la «política expansionista» de Marruecos. El delegado del Frente Polisario en Canarias ha prometido mantener una relación amistosa con Canarias y delimitar las fronteras marítimas de forma clara y transparente una vez que el Sáhara se independice, denunciando la decisión marroquí en todos los tribunales internacionales y ante las Naciones Unidas.
El contexto de esta disputa rememora incidentes pasados, como la ocupación temporal del islote de Perejil por Marruecos en 2002, y la proposición de leyes en 2017 para incluir las aguas del Sáhara Occidental en su territorio, desafiando así la soberanía de España sobre recursos estratégicos como el monte Tropic.
Las negociaciones entre España y Marruecos sobre la delimitación de las aguas canarias se presentan como un proceso largo y delicado. España, representada por el actual Ministro de Asuntos Exteriores, y el Gobierno de Canarias, han mostrado su disposición a dialogar y buscar un mutuo acuerdo, a pesar de las complejidades que conlleva la delimitación de estas aguas, especialmente debido a la ocupación marroquí de las costas del Sáhara Occidental.
El principio de equidistancia, utilizado actualmente para delimitar las aguas entre Canarias y Marruecos, se ve complicado por la extensión marroquí sobre las costas del Sáhara. Esta situación ha generado un escenario de solapamiento con las reivindicaciones españolas sobre la plataforma continental de Canarias, lo que incluye depósitos submarinos ricos en recursos.
Marruecos, al obtener un asiento en la Comisión de Límites de la Plataforma Continental que estudia los límites de las aguas canarias, posiciona el conflicto en un ámbito internacional, lo que podría influir en las futuras negociaciones y decisiones sobre este delicado asunto.
En conclusión, la disputa sobre las aguas territoriales entre Canarias y Marruecos es un reflejo de las tensiones geopolíticas en la región y de la importancia de los recursos naturales submarinos. La resolución de este conflicto requerirá no solo de negociaciones bilaterales entre España y Marruecos, sino también de la implicación de actores internacionales y del respeto a los principios del derecho internacional. Solo así se podrá garantizar una solución equitativa y duradera que beneficie a ambas partes y contribuya a la estabilidad regional.
La clave para avanzar hacia una resolución pacífica y constructiva de este conflicto reside en el diálogo, la cooperación y el compromiso mutuo con el derecho internacional. Mientras tanto, la comunidad internacional observa de cerca, esperando que las aguas revueltas entre Canarias y Marruecos encuentren finalmente un cauce de entendimiento y colaboración que asegure la paz y la prosperidad en esta región estratégicamente importante del mundo.
